El trabajo de QiGong es como la vida

El trabajo de QiGong es como la vida, hay que cerrar unas puertas para poder abrir otras. Este curso, como todos los que llevo hasta ahora me resulta todo un descubrimiento, es el inicio de un trabajo que me trae nuevas inquietudes y un proceso de adaptación de todos esos nuevos conocimientos.

Era un sábado primaveral, un entorno fantástico, al aire libre. Qué sentía? Puedo decir que me encontraba integrada con todo lo que tenía a mi alrededor, que a la vez que estaba trabajando estaba disfrutando del entorno y disfrutando del entusiasmo que veíamos en Ricardo, ahí estaba esa unión de mente, cuerpo y espíritu para transmitir y enseñar con ese espíritu de los que dan por el simple placer de dar, el espíritu del maestro; todo ello unido al aire que respiras, los sonidos que escuchas y el trabajo que realizas te lleva a disfrutar del momento, a que esas cuatro horas parecieran cortas…

Por qué hablo de las puertas? Porque para mover el Qi por nuestro cuerpo y nutrir nuestros órganos, según nos explica Ricardo, es necesario que junto con la respiración vayamos abriendo esas puertas (puerta baja, puerta media, puerta alta) y así poder trabajar los Tres Tesoros, el Jing, el Qi y el Shen y de esta manera mover la energía a través de todo el cuerpo masajeando órganos. Todo a través de la respiración y de un trabajo consciente, no sé si los que estáis leyendo esto pensáis que es fácil, pero por experiencia propia puedo deciros que no es fácil y tampoco difícil, para mí es aprender a relajar y aprender a utilizar la respiración para relajar. Y relajar nos sirve para disfrutar del momento, eso que con las prisas tenemos olvidado, el aquí y el ahora…

Puri Farraces

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A las diez de la mañana.
En Ciempozuelos – Madrid –
Lugar: en el Parque.

Y en el parque, dentro de un Quiosco agradable y de buenas proporciones que encontró Ricardo buscando protección del sol o de la lluvia anunciada para mediodía.
Bajo ese techo nos encontramos con Ricardo un grupo de practicantes y otro de curiosos por esta disciplina.

Empezamos con movimientos aislados; parece fácil.
Nos presenta las Tres Puertas; bien. No es difícil localizarlas.
Ahora toca aprender a abrirlas y cerrarlas. Nos ponemos a ello. Unas son más fáciles que otras de abrir y cerrar. La cosa marcha.

Continuamos: Nos enseña a sentir la capacidad pulmonar, cómo aumenta o disminuye cuando contraemos o expandimos el diafragma, sentimos donde almacenamos el aire y sabemos, más o menos, que grupo de órganos estamos masajeando.

Llegan las palabras; enlazar, relajar, estar atento al momento presente. ¡Ya está liada la batalla interna y conocida! Contra toda norma, consejo, filosofía; no estoy presente en el movimiento que hago, sino en el que viene más tarde y así el «vacío» está «lleno». Sorpresa, pero no tanto. Estos asuntos chinos no son lo que parecen (fáciles) y lo que parece (fácil) es producto del trabajo, constancia, paciencia y tiempo.

Hacemos un descanso. Bebemos, comemos bollos, pan y jamón que han traído algunos compañeros. ¡Gracias a los que piensan en todos!

Comienza la segunda parte.
Los movimientos van saliendo algo más fluidos, más encadenados. Pedimos a Ricardo que los repita una y otra vez, que los haga más despacio, preguntamos, nos esforzamos, sentimos interés, nos gusta.

Aparecen los sonidos. Más de uno somos remisos. Es curioso, aceptamos que la música produce cambios en nuestro estado de ánimo, en el ritmo cardíaco o en la presión arterial pero eso de emitir nuestro propio sonido para hacer vibrar partes de nuestro cuerpo, es otra historia. Posiblemente con el tiempo se haga familiar.

Contada mi experiencia y la de alguno más, os dejo con las últimas palabras de Ricardo: … pero recordad que de todo, lo más importante es que seamos conscientes de Las Puertas, la respiración y la intención …eso es lo que hace que el trabajo que realizamos goce de cierta calidad y por tanto nos sea útil en nuestro crecimiento personal.

Gracias a todos.

María Antonia