Los trece “secretos”, protocolo y etiqueta en la espada de Tai Chi

Por María de las Mercedes Molpeceres Abella

(Apuntes del curso impartido por Bob Lowey en Valladolid los días 30 y 31 de enero de 2010).

A. Las partes principales de la espada de Tai Chi.
En la espada de Tai Chi se pueden diferenciar dos partes principales, la empuñadura y la hoja. La EMPUÑADURA consta, a su vez, del pomo (que se utiliza para golpear), del mango (lugar en el que se coloca la mano para asir la espada), la guardia (su finalidad principal es proteger a quien la esgrime del corte de la espada del contrincante parando sus ataques) y, frecuentemente, de unas borlas que cuelgan del pomo y que se usan para distraer la atención del contrario o simplemente para entorpecer su visión acercándolas a sus ojos. Por lo que se refiere a la HOJA, es plana, estando sus dos caras afiladas (filos externo e interno) respetando un nervio central y finalizando en una punta, también afilada, cuya finalidad es pinchar al contrario.

B. Nociones de protocolo y etiqueta para el uso de la espada de Tai Chi.
A la hora de empuñar y utilizar la espada, incluso si se trata de una inofensiva espada de entrenamiento, debe hacerse siempre como si estuviera afilada y tuviera punta. Estas dos características esenciales de la espada, así como su correcta conservación, determinan no sólo el modo correcto de ejecución de los movimientos de quien la esgrime, sino también todo el protocolo y etiqueta asociado a su uso.

Al entregar la espada a otra persona sin ningún ánimo de afrenta, el arma debe ofrecerse suspendida horizontalmente en equilibrio sobre las palmas de las manos abiertas de quien la ofrece. De este modo, el que la recibe tendrá libre la empuñadura para poder tomarla y tanto sus manos como las de quien se la entrega estarán a salvo de cualquier corte que pudiera producirse accidentalmente.

Para sostener la espada sin intención de usarla contra ningún adversario ni de entregársela a otra persona, ha de mantenerse en posición vertical con su punta hacia arriba. Su peso debe descansar sobre la parte interior de los dedos que se sitúan en la parte externa de la guardia de modo que la palma de la mano toca la empuñadura y el dedo pulgar y el índice, este último extendido a lo largo de la empuñadura, consigan mantenerla en equilibrio. Así, la parte plana de su hoja estará justo detrás de la parte interior del brazo, lo suficientemente alejada para que su filo no toque la piel de quien la sostiene pero, al mismo tiempo, lo suficientemente próxima como para que ninguno de sus filos ni su punta puedan dañar accidentalmente a quienes estén a su lado.

Cuando el objetivo es iniciar o proseguir un enfrentamiento, quien esgrime la espada debe sujetarla por su empuñadura, con la punta siempre señalando a su contrincante. De este modo, se mostrará listo para utilizarla contra su objetivo.

El filo de la espada nunca debe pasarse por encima de la cabeza de quien la esgrime, porque con ello estaría destruyendo el imaginario hilo de energía que el une con el cielo. Tampoco debe clavarse en el suelo.

A la hora de empuñar la espada debe hacerse con suavidad pero con firmeza y asegurándose de que la muñeca esté siempre relajada, evitando cualquier rigidez que podría restar fluidez y, con ello, efectividad a sus movimientos. Del mismo modo que sostendríamos una mariposa en nuestras manos si deseáramos conservarla con todo el esplendor que su vida nos ofrece.

La intención de quien la esgrime, siempre centrada en su objetivo, debe guiar sus movimientos en todo momento.

Los movimientos de la espada, y consecuentemente de quien la esgrime, han de ser fluidos, sin gestos bruscos ni posiciones rígidas. En este sentido, la espada puede concebirse como un dragón cuya cabeza sería la empuñadura de la espada (desde donde se inicia el movimiento) y cuyo extremo final de la cola se situaría en la punta de la espada. Así, la energía, que comienza en la empuñadura con un movimiento de la muñeca, debe ser conducida y amplificada a medida que pasa por la espada hasta llegar a la parte de la misma en la que se desea realizar el contacto con el contrincante en un movimiento fluido que la recorre por completo sin fugas de energía. De igual modo, pero en sentido inverso, quien utiliza la espada para defenderse debe ser capaz de reconducir la energía que se mueve por la espada del contrario.

La mano que no empuña la espada debe adoptar la postura de “dedos en punta”. Para ello, los dedos índice y corazón se mantienen estirados y unidos mientras el anular y meñique se doblan hacia la palma de la mano donde el pulgar los sujeta a la altura del nacimiento de las uñas. Los movimientos de ambas manos deben ir coordinados, unas veces la mano con los dedos en punta copia como en un espejo los movimientos de la mano que sostiene la espada (como si sostuviera una espada imaginaria) y en otras ocasiones se acerca a la muñeca de la mano que empuña la espada para reforzarla.

C. Los trece “secretos” de la espada de Tai Chi.
Los trece “secretos” de la espada de Tai Chi hacen referencia a las trece técnicas básicas que, pudiendo combinarse de infinidad de modos diferentes, permiten canalizar la energía, tanto propia como del contrario, y responder a la intención de quien la esgrime.

1. Jī: Golpear
2. Cì: Apuñalar, clavar. El peso de todo el cuerpo acompaña a la espada en su avance.
3. Gé: Dividir, cortar.
4. Xĭ: Limpiar, apartar
5. Chōu: Corte horizontal con el filo de la espada de adelante hacia atrás aprovechando la inercia generada al abrir o cerrar los brazos.
6. Dài: Desviar, conducir activamente la espada del contrincante.
7. Tí: Elevar, movimiento ascendente que se puede aprovechar para pinchar al contrario.
8. Diăn: Pinchar, apuntar a un objetivo.
9. Péng: Expandir en todas las direcciones desplazando al contrario y/o su espada.
10. Pī: Partir (cortando desde arriba).
11. Jié: Interceptar
12. Jiăo: Agitar, puede usarse para esquivar la hoja de la espada del contrincante o para confundirle o distraer su atención antes del ataque (movimiento en remolino).
13. Yā: Presionar, aplastar la espada del contrario con nuestra hoja para dejar paso a nuestro ataque.

A la hora de practicar todas estas técnicas, resulta de gran utilidad utilizar métodos por parejas en los que se alternan ataques y defensas en secuencias armoniosas que permitan adquirir la fluidez que requiere el uso de este tipo de espada.

Por lo que se refiere a los ataques sobre el cuerpo del contrario, es preciso tener en cuenta que su finalidad puede ser múltiple, de forma que su objetivo y la técnica a utilizar varía de unos casos a otros. Así, si buscamos causar una herida que le provoque algún tipo de hemorragia grave, trataríamos de producirle un corte en las zonas del cuerpo donde sus arterias están más expuestas (en las articulaciones superiores, por ejemplo, nos dirigiríamos a las arterias cubital o radial), mientras que los vasos más profundos (como, por ejemplo, la arteria femoral) requerirían de un ataque mucho más certero con la punta de la espada. Otra posibilidad sería inmovilizar al oponente cortando sus tendones y así lograr inutilizar alguna de sus articulaciones, para hacerlo sería preciso provocarle un corte profundo, por ejemplo, en el dorso de la mano, o en la parte superior del empeine del pie, en el tendón de Aquiles, etc. Por último, podrían plantearse ataques dirigidos a órganos vitales para provocarle una muerte casi instantánea (por ejemplo, al corazón), que requerirían de una estocada muy precisa y con un elevado nivel de penetración de la espada en su cuerpo.

D. Reflexión final
El arte de la espada recta de doble filo que ahora nos ocupa, y que no puede ni debe practicarse al margen de los principios esenciales en los que se fundamenta el Tai Chi (continuidad en los movimientos, fusión entre la parte inferior y superior del cuerpo, distinción entre el lleno y el vacío, etc.), sin duda alguna supone mucho más que practicar Tai Chi con una espada entre las manos. Por otro lado, un ataque ejecutado conforme a una técnica incorrecta, aunque se dirija al punto exacto, será tan ineficaz como aquel que aplicando la técnica correcta se dirija al punto equivocado.

Un arma tradicional apasionante que absorbe a quien la practica y dota a todos sus movimientos de nuevas cualidades y calidades que sólo ella le puede ofrecer.

María de las Mercedes Molpeceres Abella
Escuela Kundaly