Por Ferran Tarragó
Este es el símbolo del Tai Chi. La palabra Tai Chi y el simbolismo de los dos peces o del Yin y Yang significan la expresión del Tao o del Cosmos perfectamente ordenado. Los ocho trigramas o Pakwa simbolizan las funciones de evolución y las operaciones de la naturaleza. Al antiguo concepto filosófico del Tai Chi le fue añadido posteriormente el término Chuan, que significa puño o boxeo, origen de un arte marcial.
En el Tai Chi Chuan, todo movimiento parte del corazón y es dirigido por el pensamiento: “El pensamiento y el aliento (Chi) son los reyes, los huesos y los músculos los ministros” (extracto de un antiguo texto de Tai Chi Chuan).
El pensamiento forma un vínculo entre el cuerpo y la mente. Esta noción es también muy importante en alquimia interna. En los textos taoístas el pensamiento está calificado de “mediador”. El pensamiento como mediador: “En la vía de la alquimia, de principio a fin no se puede prescindir de su utilización. El pensamiento nace del corazón”. El pensamiento es a la vez una intención precisa y una representación, una imagen formada en el corazón. El pensamiento tiene un poder creador, provocando ciertas transformaciones fisiológicas y psicológicas. Este papel creador del pensamiento es ya reconocido en un texto del siglo II (el Lie Seu): “Las diez mil transformaciones sólo están presididas por el pensamiento”.
En la práctica del Tai Chi Chuan debe haber una coincidencia cada vez más perfecta entre la ejecución de un movimiento y la emisión por el corazón de su representación mental. Cuando el cuerpo responda instantáneamente al pensamiento emitido, adquirirá automatismo de movimiento dando paso al subconsciente. La voluntad consciente ya no es necesaria para realizar el movimiento ni para emitir el “pensamiento” determinado correspondiente a ese o aquel movimiento.
Llegado a este estado el discípulo ya no es perturbado por las vibraciones del mundo externo “su poder espiritual está concentrado”. Su concentración es tal que ya no necesita la voluntad de moverse según un esquema definido y los movimientos realizados ya no son forzosamente los del Tai Chi Chuan. El practicante pierde conciencia de su yo externo y de su cuerpo físico. Se realiza el Yin-Yang, la unión de los contrarios: interior y exterior, movimiento y reposo, yo y el contrario. Es la unión con el Tao y el retorno al “Vacío”. La práctica del Tai Chi Chuan nos permite tomar conciencia de nosotros mismos. Quiero dejar bien matizado que antes de alcanzar el estado del “Vacío”, tenemos que haber tomado conciencia de nuestro yo externo y de nuestro cuerpo físico (no se trata de dejar la mente en blanco y en un estado de pasividad total, sino de “concienciarnos”). El Yin y el Yang se engendran mutuamente, por lo tanto lo uno será consecuencia de lo otro.
El gran maestro de Tai Chi Chuan Chen P’in San escribió: “Yo sólo sé que el cuerpo soy yo y que yo no soy este cuerpo”.Estas palabras reúnen el ideal del hombre santo descrito en un antiguo texto taoísta: “El Sabio Supremo no soy yo”. Este libro hace referencia también varias veces al “olvido del cuerpo”. Mediante esta concentración, la energía de un ser humano no tiene límite, está unificada con las fuerzas del Universo y sigue sus leyes. En el interior ningún pensamiento se eleva, en el mundo exterior nada le perturba. “Es la realización del TAI CHI, el hombre está unido al Cielo y a la Tierra”.
Alcanzado este estado, ya no es él quien realiza los movimientos del Tai Chi Chuan, es el TAO quien se mueve por él. Mediante su maestría en el empleo del pensamiento, el adepto en lo sucesivo no está ya sujeto a los pensamientos desordenados que le asaltan de todas partes, sus tensiones desaparecen mientras que la calma y la serenidad aumentan, los efectos son similares a los de la meditación.
Por otra parte, algunos maestros de Tai Chi Chuan han establecido una relación complementaria entre el Tai Chi Chuan y la meditación.
El maestro contemporáneo Chen Kong, escribió: “Cuando se practica la meditación hasta un cierto nivel, entonces se busca en sí mismo la movilidad en la inmovilidad. No se trata de quedarse siempre inmóvil sin movilidad. La idea aquí es análoga a aquella de buscar la inmovilidad en la movilidad del Tai Chi Chuan”.
La meditación taoísta emplea mucho los métodos de visualización por el pensamiento, con el fin de hacer nacer la inmovilidad del cuerpo y del corazón. La calma interior es una de las condiciones necesarias e indispensables para avanzar en la práctica del Tai Chi Chuan y son numerosos los adeptos que practican al mismo tiempo la meditación y el Tai Chi Chuan.
Una vez obtenida la calma interior, es necesario todavía ir más allá de la dualidad movilidad-inmovilidad y buscar la movilidad en la inmovilidad (meditación), luego buscar la inmovilidad en la movilidad (Tai Chi Chuan) con el fin de unir al TAO Superior toda dualidad, llegar a ser un TAI CHI.
Esta es la tercera etapa, la superior, la espiritual y la menos conocida en el Tai Chi Chuan, su finalidad está muy por encima de la etapa terapéutica y marcial, está dirigida hacia los planos más altos de la conciencia interna.
Por Ferran Tarragó
(Maestro de artes marciales chinas).
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