Por Ferran Tarragó
Cuando nos introducimos en el estudio de la Acupuntura, Tai Chi Chuan, Kung Fu u otras técnicas o disciplinas de origen chino, se nos hace familiar un término que ha originado bastantes confusiones, es el CHI o QI. Dicho término cuyo significado a nivel metafísico sería: la fuerza que fluye del Tao, siendo equivalente este segundo término a lo in manifiesto, al Universo.
A nivel humano seguro que habrán observado en alguna ocasión en filmaciones de exhibiciones realizadas por maestros de distintas artes marciales, verdaderas “proezas” especialmente en rompimientos, o doblar lanzas con el cuello, o tumbados de espalda sobre el filo de varios sables mientras le rompen en el estómago una piedra de gran tamaño con un martillo pilón, entre otras muchas “proezas”. Para la realización de dichas “hazañas”, los expertos utilizan ciertas fuerzas magnéticas innatas en el ser humano, para cuyo dominio se requiere una gran capacidad de concentración, disponer de un cuerpo preparado para ello y tener un gran control de la respiración.
Un concepto bastante arraigado actualmente es lo que denominaríamos energía Yang y energía Yin; dicho término en cierto modo no sería correcto. Existe una energía en nuestro cuerpo al margen de la electricidad que es el Chi o Qi de índole magnética, la cual podrá actuar como Yang o Yin en virtud de la función que realiza. Esta energía llamada Chi, los chinos la traducen por espíritu pero no en el concepto que lo aplicamos los occidentales, pudiendo ser considerado dicho término como Energía Vital.
Tiene un significado muy similar al del Prana, conocido por los practicantes de Yoga; aunque el Chi como veremos, representa un conjunto más complejo, también quiero mencionar que Chi no es electricidad, el ser humano suele cargarse de la electricidad de la atmósfera y la libera por los pies. El Chi circula por el cuerpo recorriendo unos circuitos muy concretos, fluyendo por el mismo cuando se adquiere habilidad en manejarlo, produciendo fenómenos de magnetización entre ellos.
El Chi se almacena en el cuerpo humano en el “Tan tien”, punto energético situado a 3-4 cm. bajo el ombligo, a partir de ese punto se moviliza a través de dos meridianos de acupuntura o “canales energéticos” que dividen el cuerpo en dos partes iguales, que son el Vaso Gobernador (Jen mo) y el Vaso de la Concepción (Da mo).
Siguiendo un sentido ascendente, el Chi se genera y aparece del resultado de la acción de tres puntos: Sexualidad (Jing), Respiración (Chi), y Mente (Shen). Lógicamente cuando uno de estos orígenes sufre alguna alteración por alguna circunstancia, aparece lo que los acupuntores denominan Chi Rebelde, dando lugar a propensiones de actividad o de pasividad (Yang o Yin) o bien de otra índole.
El Chi una vez originado viajará continuamente a través de éste circuito energético y en determinados puntos del mismo se conectará y regulará en los dos circuitos mayores de 12 meridianos que simétricamente y paralelamente se extienden a lo largo del cuerpo.
El Chi en su origen, circulación y dominio, no tiene nada que ver con los tantras, técnicas de subliminación, etc. Tampoco tiene nada que ver con la energía denominada Kundalini (“fuego serpentino”), Chi es la energía vital que todo ser humano posee, que puede ser regulada e incrementada por ciertas técnicas mentales y respiratorias como el Tai Chi Chuan en este caso.
Siempre he comparado el Tai Chi Chuan con el Yoga, con la diferencia de que una técnica es pasiva y la otra activa. Sin embargo señalaré otra diferencia: mientras el Yoga favorece la acción de la energía mediante unas determinadas posturas para que pueda circular mejor por los Nadis, el Tai Chi Chuan activa a la misma energía y la impulsa por estos circuitos.
Autor: Ferran Tarragó. Maestro de Tai Chi Chuan, Chi Kung y Kung Fu.
Centro: CEITAI, C/. Junqueras, 8 – Barcelona.
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