Yin-Yang y el Portal de Belén

Juana Moreno (Lda. En Medicina Tradicional China)
Centro de Acupuntura SanBao
Tf.: 91 731 94 02 – 696 383 018
Madrid

El mundo simbólico es muy poderoso, ejerce una enorme influencia en todos nosotros, puede separar a las personas si es manejado con objetivos egoístas; y a lo largo de la historia hemos acumulado pruebas del perjuicio y la destrucción que se puede causar movidos por una simbología determinada. Pero también puede unir si somos capaces de penetrar en su significado y descubrir que lo común está presente en todas las culturas.

En el mes de Diciembre el mundo cristiano celebra la Navidad. Son fechas cargadas de simbolismo que mueven a la introspección y el balance personal. Sin embargo, con un contenido religioso que ha ido perdiendo sentido a lo largo del tiempo, para la mayoría de la gente representan días de trabajo y gastos extras, mayor consumo y relación con familiares con los que el vínculo de unión es más el compromiso que el afecto.

Pero, si nos paramos a observar el Portal de Belén -elemento decorativo clásico de la tradición religiosa cristiana- podemos comprobar que no ha perdido nada de su contenido simbólico, que está vivo y que es perfectamente compatible con una visión taoísta de la realidad en la que todo se produce por la interacción de los opuestos Yin-Yang.

Así, tenemos al Cielo, Chi’en, el principio creativo Yang (la mente), ilimitado y vacío, contiene en sí mismo todas las posibilidades. Está representado por la gruta, la cavidad.

La Tierra, K’un, el principio receptivo Yin (la materia), es la materialización de lo posible en formas concretas. Está representado por todas las figuras.

Los animales, el buey y la mula, simbolizan los instintos. Nos recuerdan nuestro origen y nos invitan a reconocer e incorporar nuestros instintos que nos conectan con la Madre Tierra, y a no dejarnos engañar por la creencia de que la pareja de opuestos instinto-cultura es irreconciliable.

La Virgen y San José: son el símbolo de nuestro origen bipolar humano, familiar. Invitan a reflexionar sobre cómo se vive la bipolaridad -hombre-mujer, razón-sentimiento, consciente-inconsciente- en nuestro entorno cultural y familiar, cómo la vivimos en nosotros mismos.

El Ángel. Su apariencia es andrógina y no tiene una figura par. Simboliza nuestro destino: incorporar la bipolaridad en nosotros mismos. Representa la toma de consciencia de que la dualidad es fruto de la incapacidad del ser humano, en una etapa de su evolución, para concebir la realidad sin separarla en dos polaridades: interior-exterior, bien-mal, yo-el otro.

El Niño; es el símbolo de la renovación de la vida, de un aspecto de nuestra vida que desea experimentarse. Contiene en sí mismo todos los símbolos anteriores pero como potencialidad, no como realidad. Sus instintos le ofrecen apoyo, su propia bipolaridad protección, y su espíritu guiarle. Tiene el tiempo (un año) y el espacio (él mismo) para desarrollarse. Nos anima a emprender ese camino. Si lo logramos habremos transformado materia en consciencia, y en su momento, podremos dar paso al nuevo niño con la satisfacción de que el trabajo hecho nos acerca un poco más al conocimiento de quiénes somos.

Ésta es otra forma de vivir la Navidad, de manejar el mundo simbólico. Si aporta sentido a estas fechas y calor a nuestra alma será útil, de lo contrario será otra interpretación más…

En cualquier caso: ¡FELIZ NAVIDAD!