La transformación, el cambio

Juana Moreno (Lda. En Medicina Tradicional China)
CENTRO DE ACUPUNTURA SanBao
Tf.: 91 731 94 02 – 696 383 018
Madrid

“La vida es, en sí misma, un proceso de crecimiento que comienza con el cuerpo y sus órganos, sigue avanzando con el desarrollo de destrezas motoras, la adquisición de conocimientos y la ampliación de relaciones, y termina con la experiencia máxima que llamamos sabiduría.  La felicidad es la consciencia del crecimiento.”
Alexander Lowen.

La transformación, el cambio, es la base de la cultura china. Lo consideran  un hecho básico y  central de la existencia, han estudiado sus leyes. El  I Ching, “El libro de las mutaciones”, nos enseña que el cambio es predecible, que es posible adaptarse inteligentemente a él. Es el resultado de la interacción de la energía bipolar Yin Yang, que penetra el universo. Son dos fuerzas cósmicas que regulan y controlan todos los procesos de la naturaleza. El I Ching  nos transmite su sabiduría milenaria con el lenguaje y la visión de la energía.

El ser humano tiene como destino o misión suprema ser consciente de su propia transformación, aceptar este hecho y colaborar con él. Cuando nacemos somos una posibilidad, una hipótesis de la realidad, una semilla. Al morir, si lo hemos hecho bien, habremos cubierto el objetivo y habiendo permanecido fieles a esa  hipótesis interna la habremos materializado, seremos aquello que en el comienzo sólo fue un proyecto, y tendremos unas conclusiones, una nueva hipótesis, otra semilla.

El Tao Te King nos recomienda que nos referenciemos en el agua, que nos dejemos guiar por el flujo natural de la existencia, lo que permitirá alcanzar las metas taoistas de longevidad y sabiduría. Al observar y seguir las leyes de la naturaleza se  vive el Tao.

El camino personal del Tao se fundamenta en la búsqueda de la salud física, la fuerza interior y la claridad mental. Al seguirlo, iremos consiguiendo transformar emociones negativas en fuerza vital, refinar energías, modificar modelos de pensamiento restrictivos y disolver los bloqueos energéticos del cuerpo.

La naturaleza nos conduce suavemente a través del ciclo anual a experimentar y transformarnos, viviendo como ella, dos realidades: una externa, Yang, Primavera-
Verano; y otra interna, Yin, Otoño-Invierno.

Durante el periodo de acción -Primavera y Verano-, por armonía con el entorno energético, deberíamos hacer modificaciones en nuestro hacer y en la relación con los demás. Durante el periodo de reflexión -Otoño e Invierno-,  por armonía  con el entorno energético, deben modificarse posicionamientos mentales y de relación con uno mismo.

En el interior, cada ser humano tiene su verdad, que es la síntesis de su experiencia, y tiene su razón, que es aquello por lo que se mueve; pero en el interior profundo están La Verdad y La Razón, es decir, La Vida. En el exterior tiene, en su persona, la materialización de quién es; y en el exterior común  está la posibilidad de verse, es decir, La Consciencia.  Si consigue unificarlo, obtiene la transformación, el cambio; es decir, La Evolución.

Así, como una madre lleva a sus hijos de la mano, la naturaleza  nos conduce  a través de la las estaciones para que podamos descubrir el enorme potencial que tenemos dentro. Nos anima a sufrir la muerte de nuestras fantasías para que, con esa energía, nos aproximemos  cada día más a lo que realmente somos, sin dejarnos arrastrar por estereotipos sociales o presiones del entorno. La naturaleza vive su ciclo de muerte y renacer. Es y se manifiesta y así nos muestra el camino del Tao.  Pero la decisión de  enfrentar lo que somos y cuestionar  lo que creemos ser es nuestra. Somos libres para escoger y vivir lo escogido.