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AprendeTaiChi.com

Crónica de la jornada de entrenamiento con Javier Arnanz en la Forma de Espada de Cinco Secciones

7 mayo, 2007

Por Ángeles Blanco

Sábado soleado en Madrid. Un grupo de practicantes de tai chi se reúnen con el objetivo de aprender la forma de espada individual de cinco secciones a lo largo de una jornada. Enseña Javier Arnanz. Lo que allí pasó y la noticia del éxito de su empeño son el objeto de esta apretada crónica.

10:00 h. Encuentro, saludos, calentando motores…., ¡despegando!

10:15 – 14:00 h. Trabajo sistemático sobre las tres primeras secciones de la forma.
El maestro muestra, repite, ilustra, modela una y otra vez movimientos, pasos, pesos. El grupo emula, repite, intenta…, es corregido, avanza poco a poco. El maestro anima, ayuda, explica. Y como no sólo de tai chi vive el hombre, hacia el ecuador de la mañana todos tomamos un breve descanso: café, té y exquisitos bollitos ofrecidos por el maestro. Buen ambiente, buen rollo en el grupo.

16:00 – 19:20 h. Trabajo centrado en las secciones cuarta y quinta, más revisión completa de la forma. El grupo reanuda el trabajo con la moral alta: esto parece que va saliendo, el trabajo de la mañana comienza a notarse. El maestro, paciente, aborda las secciones cuarta y quinta. Mediada la tarde, las fuerzas flaquean y mentes y cuerpos requieren descanso (el ágape fiorentino de Rosa recibe críticas muy positivas del respetable, por cierto). El tramo final de la jornada se inicia con una exhibición de la forma completa de espada en pareja a cargo de Javier y Maribel. Y todos olvidamos el cansancio (sabio golpe de efecto del maestro). Trabajamos hasta el final.

19:30 h. Cerramos la sesión con aplausos a Javier por su saber hacer y ser. Y creo que también a nosotros mismos por el esfuerzo productivo: la forma sale, aún con sus altibajos, de principio a fin. Tomamos tierra tras un vuelo realmente agradable.

Un elemento muy positivo de la metodología de trabajo fue la conexión explícita de la forma de espada individual con el conjunto del programa de entrenamiento de Sam Masich. El maestro recurría a la forma individual de mano vacía para ayudar a fijar la secuencia y los movimientos básicos. E hizo frecuente uso de la forma de espada en pareja para ilustrar la aplicación marcial de los movimientos que estábamos aprendiendo. Así, aunque realmente el objetivo de la jornada fuera más básico, ayudaba a entender qué intencionalidad late detrás de cada paso, de cada cambio de peso y de cada desplazamiento de la espada. Y no cabe duda de que atisbar desde el inicio a dónde tenemos que llegar (y por qué), estimula, motiva y da seguridad.

Tengo la clara impresión de que, con independencia del nivel de partida de cada uno, el trabajo de la jornada permitió avanzar significativamente a todos. La buena planificación y un maestro pedagógicamente competente contribuyeron a ello. Ahora sólo resta trabajar y trabajar con nuestra espada para concretar, mediante el entrenamiento ordinario, las intuiciones obtenidas.